Sólo estoy segura de algo en este mundo, sólo de una cosa: me odio. Algo que al parecer todos pueden negar menos yo. Mis kilos de más me torturan notablemente, no dejan de repetirme cada vez que mastico algo que soy la persona más gorda. Estaba intentando no escuchar a esa voz pero me sigue a todos lados, se convierte en nervios, en dolor de estomago o excusas. Esa voz interior se vuelve una mirada de odio que de vez en cuando no puedo evitar expresar, y ni todas las caretas que personifico día a día pueden evitar que eso suceda. Esa mirada, es una mezcla de grito y angustia, una señal que nadie entiende, una señal que todos distorcionan, que todos evaden. Y mirándome en el reflejo de los ojos ajenos de quien me observa, puedo verme, con los ojos llorosos, llenos de bronca. No te imaginas todo lo que tengo para decir y sólo basta una mirada para notar que en mí, ya no queda nada.