He entrado en la vida de muchas personas, pero...muy pocas han recorrido el camino que les lleva hasta mí, muchas veces, se han ido corriendo y muchas otras, me han prometido cosas que nunca cumplieron. Y no digo que aquellos sean afortunados de estar, ni que yo sea afortunada de tenerlos porque lo peor de tener algo, es tener el enorme miedo de perderlo. Admiro a quien deja entrar en su vida a gente como si fuesen recuerdos para acumular, figuritas de un album infinito. Sufro como condenada cada vez que dejo entrar a alguien en mi vida, cada vez que abro un recoveco de mi para darles lugar y no tengo por qué no decirlo. Es así. Auque vale la pena, uno se condena a vivir con los signos de interrogación que se abren como preguntas de las personas que ya no están a nuestro lado.