Siempre creí que a lo que yo aspiraba era a la comunicación perfecta con un hombre,o mejor dicho, con el hombre, con ese príncipe azul de los sueños de infancia, un ser que sabría adivinarme hasta en los más menudos pliegues interiores. Ahora he aprendido no solo que esa fusión es imposible, sino además, que es probablemente indeseable. Porque de la distancia y diferencia, del esfuerzo por saltar abismos y conquistar al otro, del afán por comprenderle y descifrarle, nace la pasión. ¿Qué es el amor, sino esa gustosa enajenación;el salirte de ti para entrar en el otro,para navegar por una galaxia distante a la tuya?.