Qué cosa maravillosa son las ilusiones. Y qué debastadoras pueden ser.
Es increíble como las más pequeñas cosas despiertan el alma, creando una esperanza infundada. Una caricia, un abrazo, un roce y un te quiero me despertaron el alma a mí, pero es sólo eso, una ilusión. Pero ¿cómo aceptar que puede no hacerse realidad cuando se siente en el cuerpo la adrenalina y la emoción... tan reales?; ¿cómo no caer en el juego mágico de las ilusiones y no terminar golpeado por la realidad? Sinceramente, en estos precisos momentos eso no me importa. No me importa que a partir de un abrazo (que por cierto, nunca había disfrutado tanto) haya imaginado toda una vida. Ésta ilusión me causa placer y hacía mucho que no me sentía así y sé que no hay posibilidad de que suceda, pero lo voy a disfrutar... no me voy a sentar al borde del camino y llorar hasta la muerte. Me voy a olvidar de lo que sé que pasará. Después de todo, el alma tiene ilusiones como el pájaro tiene alas, éso es lo que la sostiene.